Todos
hemos sido niños y nuestros padres y abuelos seguramente nos enseñarían que no
se deben decir mentiras (cosa que tristemente y a pesar de todo hacemos mucha
gente en ocasiones). A la mayoría nos contaron el famoso cuento italiano
escrito por Carlo Collodi Pinocho,
algunos sólo vimos la película de Walt Disney o alguna otra versión distinta. Pero
aquí no voy a hablar de un cuento que todos conocemos sino de una secuela casi
desconocida que la productora Filmation hizo en 1987. Cuando yo era pequeño, mi
madre me regaló una cinta VHS de dibujos animados, se titulaba Pinocho y el Emperador de la Noche,
narraba una historia posterior tras convertirse en un niño de verdad, en la que
Pepito Grillo no aparecía y le reemplazaba el muñequito de una luciérnaga de
madera que Pinocho talló (de tal palo tal astilla).
En
esta ocasión, tal vez la enseñanza moral que transmite no es sólo la de decir
la verdad sino también la de valorar la libertad. En esta película el Hada Azul
le dice en su primer cumpleaños que al convertirlo en humano se le otorgó un
don: la libertad, algo que se gana día a día y que no debía descuidarse bajo
ninguna circunstancia. Al igual que en casi todas las historias se asiste a una
continua lucha entre el bien y el mal. El Hada Azul representaba a una fuerza benévola
mientras que el llamado Emperador de la Noche era una fuerza verdaderamente malévola,
como si fuera una especie de demonio (todo rojo y con cuatro brazos además), un
ser que obtiene su poder de aquellos que caen presa de sus propias tentaciones.
Podría decirse que aquí se expone de forma figurada que cuando uno no usa bien su
libertad puede perderla convirtiéndose así en una marioneta.
En
este mundo hay tentaciones, cosas que nos seducen escandalosamente y que fácilmente
podríamos ceder a ellas, tales como el dinero, el sexo, el placer, la diversión
sin límite, tener todo lo que queramos… siempre queremos lo más fácil y lo
mejor. Cuando cedemos a esos caprichos se nos puede manipular fácilmente, de
esa forma se es una marioneta del poder o del sistema. Esa podría ser la
enseñanza que esta película ofrece y que cualquier niño (y no tan niño) del
siglo XXI debería verla.
Otra
cosa que también podría exponer este largometraje es cómo le damos la fuerza y
el poder al mal (posiblemente) mediante el miedo y cómo disminuyen cuando éste
empieza a desaparecer. Se dice que en el mundo real el mal siempre vence, pero ¿Por
qué? Tal vez porque quieren hacernos creer eso, el mal puede ganar, sí, pero no
para siempre, tarde o temprano termina siendo derrotado. Los niños deben
aprender que el bien debe triunfar sobre el mal, pero que sólo puede hacerlo si
se hace lo correcto y que depende de las decisiones que se toman. Quien algo
debe algo teme, tal vez por eso los megalómanos y los tiranos temen perder el
poder. Claro que no siempre se es tan poderoso, tiene que haber un punto débil.
La
productora de esta película capitaneada por Lou Scheimer es bien conocida por
sus series de animación de la década de los 80, como por ejemplo la inolvidable
He-Man y los Masters del Universo, She-ra:
la princesa del poder, Los Cazafantasmas, Bravestarr, Flash Gordon… En
todas esas series (salvo Flash Gordon) siempre uno de los personajes daba un
consejo final par a los niños. Todas esas series de animación, especialmente Los Cazafantasmas, eran supervisadas por
psicólogos y pedagogos, por esa razón eran más recomendables para los niños, a diferencia
de los que hay ahora. Sin mencionar los videojuegos violentos.
Sin
desviarme del tema, esta película no fue la única secuela de un cuento que
Filmation hizo. También existe El retorno de Blancanieves: Feliz para siempre la cual no llegué a ver pero sí leí de lo que iba en su carátula del VHS,
creo recordar que decía que aparecía el hermano de la malvada Reina para
vengarla y en vez de siete enanitos estaban sus versiones femeninas (los
recuerdos son vagos). Para terminar, sólo diré que recomiendo descargar la película
Pinocho y el emperador de la noche ya
sea para un hijo, sobrino o incluso nosotros mismos (si a alguno aun le molan
los dibus).