viernes, 11 de abril de 2014

PETER CUSHING: EL DOCTOR HUMANO


Una encarnación bastante humana del Doctor con retazos de Señor del Tiempo, una TARDIS terrestre que también es más grande por dentro y unos Daleks con el mismo temperamento e igual de malvados.
Por Hannibal Hudson


Muchos son (incluyéndome a mí) los que querríamos que se hiciera una película para la gran pantalla de Doctor Who, ya sea protagonizada por Matt Smith, David Tennant (El Día del Doctor podría contar, por supuesto) o incluso Johnny Depp, si la dirigiese Peter Jackson, George Lucas o incluso el mismísimo Steven Spielberg sería un éxito de taquilla. Sin embargo, tal vez habría que tener en cuenta dos películas que las británicas Amicus Productions y Aaru Productions hicieron basadas en dos de sus seriales de la etapa de William Hartnell y en color (technicolor, para ser exacto) cuando la serie aun era en blanco y negro (la cual no adquiriría el color hasta 1969), ambas dirigidas por Gordon Fleming y producidas por Milton Subotsky. No eran una continuación de la serie, ni siquiera formaban parte del canon de la misma. Estaban más centradas en la figura de los Daleks, los cuales eran los monstruos. En estos filmes podemos observar algunas cosas consonantes con la serie como algún que otro actor y algunos elementos más que evidentes. En seguida os hablaremos de las dos películas que protagonizó el para muchos mejor Van Helsing que ha existido.



‘DR WHO AND THE DALEKS’



El siempre genial Peter Cushing (“Cushing” para unos y “Pete” para los amigos), un gran actor con rasgos de hombre maduro y escuálido, fue famoso por sus papeles como el Dr. Abraham Van Helsing en grandes clásicos de terror de la Hammer como “Drácula”, “Las novias de Drácula”, “Dracula 1972 A.D.” y “Los ritos satánicos de Drácula”, todas ellas (salvo la segunda) junto al legendario Christopher Lee como el Conde Drácula (el más popular después de Bela Lugosi), muchos podrían considerarle el Van Helsing más heroico de la historia del cine, pero este apartado no es para hablar de eso sino de su papel dentro del Universo Who. Cushing hizo en 1965 dos películas de la misma Amicus: Dr. Terror y (por supuesto) Dr. Who y los Daleks. En ésta interpretaba a una versión humana del Doctor (y bastante humana) que además se apellidaba Who (lo cual podría resultar bastante chocante para algunos whovians). Un simpático abuelo inventor algo despistado vestido con una chaqueta (o levita) de terciopelo marrón, una corbata de lazo y una bufanda (no kilométrica, todavía…) que vive con sus nietas Susan (Roberta Tovey) y Barbara (Jennie Linden) en una casa en Londres. Contrariamente al Doctor de William Hartnell, Cushing hizo una versión más amable y educada del mismo. Roy Castle (quien también coincidía con Cushing en Dr. Terror) hizo un Ian Chesterton muy distinto al de William Russell en la serie, más que un profesor curioso de colegio era el novio inepto de Barbara que al final (fortuitamente) también se convierte en héroe. En la serie Ian Chesterton y Barbara Wright eran los profesores de Susan cuando ésta se hizo pasar por humana en sus clases y se colaron en la TARDIS del Doctor, quien luego los “secuestra”. Ellos eran los personajes de acción, teniendo en cuenta la avanzada edad del Doctor.


Con el cambio de personalidad del Doctor (no le llamaremos “Who”) en esta película, se pueden ver ciertos destellos de su carácter que más conocemos y admiramos (de otras de sus encarnaciones), como su curiosidad insaciable por ver un planeta nuevo, su necesidad de aventura, su habilidad para mentir o manipular (no para fines egoístas y mezquinos, al menos no hasta que trata de demostrar a los Thals que deben luchar para defender a los suyos)… En esta película Susan es más una niña de 9 o 10 años que una quinceañera interpretada por Carole Anne Ford, seguramente para darle a la historia un ambiente más familiar, al igual que en la serie. Roberta Tovey bordó el papel de la típica niña con apariencia dulce pero algo repelente y listilla.
Los Daleks también sufrieron algunos cambios. Les dieron bases más grandes para hacerlos más altos (mientras que los de la serie medían medio metro), les dieron luces rojas a sus cascos y, algunos de ellos, en vez del desatascador de wáteres que tenían en la serie llevaban pinzas metálicas, claro que ya en el 2005 pudimos ver a algún Dalek con algo parecido (The Parting Of The Ways). No disparaban rayos como en la serie sino un gas mortífero de dióxido de carbono sacado con un extintor (anda que tendrían muchos incendios…), al principio los productores iban a armarlos con lanzallamas pero no lo hicieron por no asustar a los pequeños whovians. Incluso hay disponibles juguetes o réplicas de estos Daleks para coleccionistas. También le dieron un diseño más colorido, el cual se volvería a utilizar en la etapa de Matt Smith (The Victory Of The Daleks), posiblemente a Steven Moffat le encantó la película y lo hizo a propósito, y no sería lo único.




La TARDIS no parecía estar viva ni mucho menos, de hecho era más un ingenioso invento del Doctor (el misterio es ¿cómo podía ser más grande por dentro si no era tecnología alienígena?), esta sería la segunda cosa que Moffat quiso incluir en la serie al tomar el relevo de Russell T. Davies como showrunner. La cabina tenía un tono azul un poco más claro y las ventanas eran blancas, tampoco faltaba el emblema de “St. John Ambulance”. Por dentro, más que una nave parecía un laboratorio algo destartalado con cables por todos sitios y una palanca, tal vez, mal colocada o puesta a propósito para que algún tontolaba que no es capaz de abrir un grifo sin antes cargárselo pudiera activarla al apoyarse mientras su novia le besa.


‘DALEKS – INVASION EARTH: 2150 A.D.’

Traducida en nuestro país  Los marcianos invaden la Tierra” (un titulillo bastante vulgar y usado, al no haber sido conocida la serie en esa década… ¿culpa de la dictadura de Franco?) y “Dr. Who: Los Daleks invaden la Tierra” (eso ya es otra cosa). También basado en el serial de la etapa de Hartnell en 1964 “The Dalek Invasion of Earth”. Este film no tuvo tampoco mucho éxito, aunque ahora también se ha convertido en parte de la leyenda. Aquí no aparecen ni Ian ni Barbara y hay menos gags repetitivos. El Doctor viaja al año 2.150 con su nieta Susan y su sobrina Louise (Jill Curzon) y se les une el policía Tom Campbell (Bernard Cribbins) al que unos atracadores golpean en la cabeza y entra en la TARDIS creyendo que es una cabina de policía de verdad para pedir refuerzos.  
Podría decirse que Bernard Cribbins ya formaba parte del Universo Who antes de interpretar al querido (para algunos odiado) abuelo Wilfred Mott. Algunos que vieron la película ni siquiera se dieron cuenta de que era él (normal, sin canas ni barba…), naturalmente no interpretaba al mismo personaje. Era el reemplazo de Ian, sólo que menos torpe y más dinámico como hombre de acción. Claro que resultaría inolvidable la secuencia en la que se hace pasar por hombre robot y trata de imitarlos para no levantar sospechas (con una banda sonora pegadiza compuesta por Bill McGuffie, más pegadiza que la de Malcom Lockyer en la anterior). Siendo además la figura clave al final (de forma parecida que en The End Of The Time). Este actor demostró un gran talento no sólo en la película sino en la última aventura de David Tennant como el Doctor (¿Quién puede imaginarse a un abuelo disparando rayos laser en plan Han Solo al son de un tema compuesto por el valvulizante y magistral Murray Gold?)
A diferencia de la película anterior, la TARDIS parece más una nave espacial, salvo que le faltaba su característica consola hexagonal con el cilindro y las paredes blancas llenas de cosas redondas. Seguía faltando algo que tampoco estaba en la otra, el famoso ruido que hace la TARDIS, el cual se conseguía rasgando las cuerdas de un piano con una llave (difícil de creer). Lo sorprendente es que no tuviera teléfono (además era una cabina). Por supuesto también faltaba ese famoso instrumento que todo whovian lleva con orgullo en el bolsillo de su chaqueta: el destornillador sónico, el cual no llegaría a utilizar hasta su segunda encarnación (Patrick Throughton) en 1968 y se echa en falta en alguna que otra escena de ambas películas en la que el Doctor trata de escapar de una celda, sin embargo, al igual que en la serie, se demuestra que el Señor del Tiempo (o en este caso no Señor del Tiempo) no siempre necesita su varita mágica para escapar de una situación complicada (hasta un peine hace milagros), como MacGyver no siempre usa su navaja suiza, lo hace más interesante.




Al igual que su predecesora, “Daleks - Invasion Earth: 2150 A.D.” tiene también sus diferencias con el serial de la serie original, como que Susan se enamora de un humano rebelde llamado David Campbell y el Doctor la deja con él para que sea feliz, por ejemplo. El humano se llama “David” y no “Tom”, y pertenece al futuro en vez de al momento presente. Cribbins y Curzon eran los relevos de Roy Castle y Jenny Linden, pero jugando papeles de personajes distintos y un poco más heroicos.
Hubo problemas durante el rodaje debido a que Cushing estaba enfermo, lo cual obligó a reescribir el guión para disminuir su número de apariciones en el film. También ocurrieron accidentes, como un modelo Dalek que se incendió durante el rodaje del ataque rebelde (y eso que llevaban extintores) y el actor especialista Eddie Powell que se rompió el tobillo mientras interpretaba una escena de huida de los Daleks.



También podría destacar un cierto fallo en la escena final, cuando Tom Campbell le pide al Doctor que le traiga de vuelta minutos antes de cometerse el atraco, dado que en ese momento debería haberse encontrado consigo mismo, sin mencionar la paradoja de que no recibiera el golpe en la cabeza y por tanto no llegó a entrar en la TARDIS ni hizo el viaje. Seguramente Gordon Fleming no tendría en cuenta ni se interesaría mucho por las teorías relativistas de Einstein.

VEREDICTO:
¿Quién dijo que las películas de ciencia ficción del estilo “El planeta prohibido” no valían nada? Las dos películas pueden resultar vulgares, absurdas e insulsas, pero a pesar de eso son aceptables y forman parte del Universo Who. Algunos que teorizan se atreven a decir que podría ser “El mundo de Pete” en el cual la versión humana del 10º Doctor y Rose Tyler viven juntos y felices (tal vez), teniendo en cuenta que él se haría viejo y no podría regenerarse sería lógico que con el tiempo llegase a construir una TARDIS terrestre. En una escena eliminada de Journey’s End el 10º Doctor le da a su homólogo humano una pieza de coral de la TARDIS para que pudieran tener la suya propia, a saber si aunque se eliminó la escena así fue y pudo construirla durante años (aunque Donna dijera que era un modo rápido, además se plantan, no se construyen).
 


Aunque las dos películas fueran algo vulgares, la segunda podría tener una visión del futuro un poco más realista (también en la serie) que en cualquier película o serie de ciencia ficción en la que vemos un futuro utópico o distópico. En vez de verse un año 2150 lleno de avances tecnológicos como se vería en la clásica Perdidos en el Espacio (la historia se desarrollaba en 1997, muy adelantado) o en Regreso al futuro II (cuando Marty viaja al 2015 y se desliza en un aeropatín o pide una pepsi a Ronald Reagan y Ayatollah Khomeini en el televisor JVC para que no se peleen, que camareros más peculiares, por cierto), vemos un mundo destartalado y devastado por rayos cósmicos y en el que los humanos se ocultan en el Metro de Londres y no han avanzado a nivel tecnológico.
En resumen, si queremos pasar una buena tarde con nuestra novia, nuestros hijos, sobrinos o hermanos pequeños, o se pretende organizar una quedada whovian o Tea&Tardis, una de las dos películas sería perfecta para completar el repertorio de un maratón. No olvidéis para la ocasión el té, ni las pastitas con mermelada de fresa (o con una cereza), ni las deliciosas jelly babies, ni los plátanos (o el daiquiri de plátano), ni mucho menos los palitos de pescado con natillas.


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